He querido descubrirme
mortalmente humano,
hambrientamente humano,
huyendo de lujurias,
de crepúsculos agotados,
de luces detenidas.
Rojo y negro,
sangre y fuego,
la furia del azul
sobre la estridencia estéril
de los verdes campos muertos.
Si quiero ser humano
es por tus ojos,
es por mis versos,
es por su risa
y por el mar.
Si quiero ser humano
es porque he visto el infierno
del egoísmo más estridente
y más absurdo.
He de ser humano
para poder decir amigo,
colega,
compañero.
Unir mi mano a la tuya
y construir el mundo
de nuestros hijos.
No quiero la vieja rabia,
ni la presión silenciosa
de las hormigas,
de su trabajo a casa,
de la siesta a la dormida.
Quiero frenéticamente
sentirte libre,
libre del peso de las ataduras planas
que emergen de tu garganta
ese grito sordo de voz
de antiguas metas.
Quiero atesorar mis sueños
con los tuyos,
seremos camaradas,
profetas,
mártires,
estaremos vivos,
vivos…
Vivos,
hasta que nos mueran.
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