Soporto sobre mi espalda
el llanto eterno del miedo,
el abismo de la noche
y el silencio de mi pueblo.
Desgastados, alineados,
presionados por momentos
por el eco de las voces
que chillan gritos eternos,
volvemos aún la mirada
a antiguos desastres bélicos.
Se desdibuja el futuro
en grises, ocres y negros.
En sepia huele el mañana
de quien no aprehende el recuerdo.
Silenciemos los tambores,
las frases de enfrentamiento
y conjuremos el hoy
para no revivir los muertos.
España, mi vieja España,
sigue sin superar sus retos
y cuando la desigualdad domina
se enfrentan nuestros ancestros.