No caben en mi mente
tantas palabras abrumadas
por el ruido y la fatiga
del desorden mundial,
incapaz ante el deseo eterno
de cimentar un futuro.
Solo somos, tu y yo,
los olvidados:
los que buscamos el pan cotidiano,
el amor casero, el abrazo cercano,
la sonrisa, la poesía, la belleza sin par
de un monótono día tranquilo…
Solo somos números
en una agobiante sed
de estadísticas.
Solo seremos más
cuando seamos un todo
capaz de exigir pan, paz
y un mañana para nuestros hijos.
Nos embrutecen mientras nos ignoran,
nos entretienen en fatuo consumismo,
para que ignoremos un planeta
que muere solo y perdido.
Nos están llevando al caos
y maldeciremos tarde
nuestro silencio de hoy
ante sus premonitorios gritos.