En esta esquina del hoy,
espacio y tiempo limitado,
vivo en la oscura certeza
de que el olvido
estrangula mi estómago
en silencio,
mientras mi cuerpo
saluda
en una letanía de ausencias.
Vivir dicen que es esto,
una cadencia reiterada de abandonos,
de pérdidas oscuras y silentes
que nos hacen ser como somos.
Perdemos la esperanza y,
a veces, la poesía.
Olvidamos los besos
que forjaron nuestro entorno,
amortizamos sonrisas
y nos emborrachamos de recuerdos,
sin saber siquiera
si lo que recordamos es cierto.
La perdida, no obstante,
redunda en que quisimos,
en que amamos a otros
y nos creímos dueños
de sueños infinitos.
Perder así, por tanto,
excomulga a quien no confía
en tiempos venideros:
un día construimos
aquello que es hoy recuerdo
¡Quién sabe si lo que vivimos hoy
será el anhelo de un mañana
que, queramos o no,
aún es proyecto!
La ambigüedad temporal es como la personal, ¿Qué so most en realidad? Perfiles imprecisos adornados con poesías.
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