La voz huyó de tus labios,
gaviotas ennegrecidas
gimieron sobre la marea.
Se deshizo el embrujo,
reaparecieron las miserias
y el eco del ensueño
fue un sordo crepitar.
La voz huyó de tus labios,
frenéticos huracanes
intensificaron su empeño.
El adiós fue el espejo,
la ausencia, la respuesta
y la soledad, la constancia
de que no todo lo cura el tiempo.
Sí, la voz huyó de tus labios
y rompeolas débiles
estallaron sin fragmentos.
Sé que te arrepentiste,
sé que en mi brotaron ruegos y lamentos
pero el estruendo de tu silencio,
inevitablemente, llegó demasiado dentro.
Una obra maestra. Impresionante.
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