Mi Dios,
es un Dios de Jueves Santo,
de familia, de torrijas, de esperanza.
Es un Dios que hoy
me trae el recuerdo vívido
de mi madre
acicalándose feliz para ir a la iglesia
el único día
en que se sentía representada.
Mi Dios,
es un Dios de amor
entre iguales y distintos,
un Dios que escucha al triste
y al incauto,
al ajeno y al pobre,
al optimista
y al desesperado.
Mi Dios,
es un Dios que lucha en rebeldía,
que busca la justicia social para los pobres.
Un Dios contestatario
que no acepta el consumismo y la falacia,
la mentira orquestada
de las procesiones.
Mi Dios,
es un Dios silencioso e intimista,
con el que hablo a solas
cuando mis palabras
romperían la calma
de aquellos que aún me aman.
Mi Dios
es un Dios que me obliga
a ser más justa,
a no desfallecer nunca
aunque la vida
me incite
a una oscura danza macabra.
Mi Dios,
es este Dios de Jueves Santo,
que dibuja el amor y la lucha
en nuestros silenciados
corazones,
ansiosos sin más de esperanza
y calma.