Hay veces que las obras de la calle
se te atascan en la cabeza
y el ruido del martillo y el taladro
parecen abrir cicatrices en el cerebro.
A veces la sinrazón del sonido
impone un ritmo tedioso,
en ocasiones hiere el silencio
y la calma del hogar.
Pero hay días, son los menos,
en los que añoras que algo
destruya tus meninges,
que el aire de la calle
tire a golpes las puertas de tu casa,
que se rompa el vidrio de mil vasos,
que exploten las cañerías y las bajantes,
que suene algo, lo que sea
y donde sea…
Cualquier cosa capaz de silenciar el pensamiento
y de pintar en blanco las distancias.
Es cierto que a veces sobrecoge más el silencio interior. Me gusta.
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Me encanta Cris ,como todos tus poemas,totalmente cierto
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Mil gracias 😘
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