Llueven cenizas de sol
sobre campos mortecinos
de cemento.
Cae el día, muere,
se apaga. Crece la noche.
Las calles vacías de son
siguen caminos mundanos
que no conducen a nada.
De la vida nacen y
mueren en la vida.
Pasan. Sólo pasan.
Cada cual en su locura
sigue al sol
y se recoge
en su reino de hormigón.
La noche prende en el cielo
una sonrisa de luz.
Luz difusa que acompaña
tu sueño humano
y el divino…
sueño de dios.