Quizás en una tarde como esta,
gris plomizo-aire suave,
necesitaría una gran cantidad de cerveza
a lo Bukowsky
para que la pluma escupiera
algo más que divagaciones recurrentes.
Pero no tengo pluma,
¡qué decir de la cerveza!,
sólo un pequeño ordenador frío y mudo
que no es capaz de transcribir palabras
a golpes de sufrimientos:
la lírica del instante poético
murió con el lenguaje binario
que asesinó la estética sin contemplaciones.
No cabe pues rebuscar
que me lleva
en este instante comatoso
a intentar pintar palabras,
cuando la soledad y el hastío
se sentaron conmigo hace rato
y se empeñan en tomar café.
Hoy falla la poesía ante un mundo
que ni tan siquiera es agresivo,
sólo lento,
lastimosamente lento,
y la carencia de fe
en otros sueños antiguos
sólo redunda silencios.
Cerraré pues el pc
y soportaré soledades
a fuerza de desequilibrios,
como siempre
que el verso no está dispuesto
a jugar a provocarme,
y me sumergiré en el letargo
que ociosamente vino a acomodarse
en el quicio de la ventana
que ilumina una tarde
de puro gris, marrón.
La soledad nunca llega de fuera, se gesta desde dentro: Se intuye, se sufre, se padece y se supera.
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Dentro residenla magia
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