El caracoleo de tu risa
es el primigenio oxigeno
que conjuga mis abismos.
Verte, quieras o no, apenas me seduce:
mil años ante mis ojos, tu presencia
provoca más placidez que arrebatado delirio.
Oírte en si, sí me espabila:
tienes el don de potenciar en mi conciencia
un latido inseguro de precavida calma.
Mas cuando ríes amor
me distorsionas, me atrapas,
me seduces, me emborrachas…
ansío atrapar cada segundo
para emborronar de alegría
cada oscuridad del alma.
Verte así tan puro,
riendo a lágrima quebrada,
despunta en el horizonte de los sueños
un sinfín de poemas y esperanzas.
Quiero pintarte así
cuando en tus ojos
se transluce esa imagen infinita
de verde primaveral esencia pura,
de imperturbables albas de añoranzas.
Te quiero, te quiero siempre,
eres mi ensueño,
aquella proyección de mí que imaginaba
en aquellas noches de sueño adolescente
cuando quería inventar un futuro de palabras.
Pero te quiero más cuando te ríes,
no hay base más dulce y firme
para llenar, amor, de acordes mis mañanas.