Es azul
sentirte sin sentirte,
verte sin verte,
deambular por cada rincón
monocromo en mi refugio
intuyendo tu presencia.
También es amarilla
la certeza obvia de tu ausencia,
las novedades no compartidas
y mi enajenado anhelo de la calma;
y la risa, que un día inventaste
para que yo, simplemente,
fuera feliz.
En negro pinta el abandono,
la soledad, la asfixia
de saber que lo innombrable
protagoniza también mi roja vida
y no, como hasta ahora,
la ajena a mi
y vivida por los otros.
Sin embargo, es verde,
la realidad de ser en ti y en mi
al mismo tiempo,
que mis sueños son en sí
los tuyos propios
y que descanso mi vida
en tu recuerdo.
Azul, amarillo,
negro, verde…
Un epitafio cromático
para quien dibujó por mí
el mejor de los tiempos.