Hoy hace frío en la calle,
un frío blanco, gélido, seco,
iluminado por el sol radiante
de mil eneros en Madrid.
Un mundo eterno
palpita melodías pausadas
de ciudadanos comunes
que abrazan sus zamarras
camino del trabajo.
Tras la ventana,
Madrid se desperaza
confundiendo en rutinas
la ansiedad de cambios.
Mi café tiene el regusto
de la premura
de aquellos tiempos
de despertares rápidos,
de urgencias,
de apuestas renovadas,
de proyectos,
de ambición.
Mi café tiene el regusto
del pasado ignorado
y del presente alerta.
Hoy hace frío en Madrid
y cada sueño se congela,
expectante y acobardado,
ante lo que queda por vivir.