Y llegarán otros días
tan grises como este otoño
y seguirá la misma música
de puro repetida, monocorde,
y viviremos otras crisis
sobreviviendo decepciones
y nacerán otros sueños
renovados en su inercia.
Mas nadie podrá cambiar el segundo,
el instante primero de tu risa,
el impulso de tus manos en mi pecho
y la ensoñación de tu mirada.
Este instante es todo un mundo
que aleja tras el paréntesis
un universo entero de rutinas.
Este momento es mío
sin sombras, sin nubes,
sin sorpresas,
sin tener siquiera la sospecha
de que otro segundo le sigue en el vacío.
Vendrán sí otras noches
y recuerdos de otros tiempos,
pero mi alma hoy se detiene
cobijada con tu cuerpo.
No hay nada más gratificante que sentirse cobijado en el regazo de alguien. También yo me siento a gusto cobijada en estas entrañables palabras.
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